Casa Batlló, la máxima expresión del modernismo catalán

Con una fachada modernista que simboliza un mar en calma, Antonio Gaudí creó una de sus mejores obras símbolo de Barcelona y del modernismo catalán, la Casa Batlló. Si consigues adentrarte en ella, descubrirás un recorrido por un mundo mágico, lleno de sorpresas y detalles arquitectónicos que te sorprenderán en cada rincón. Una vez más, Gaudí quiso evocar las sensaciones de la naturaleza en la arquitectura cediendo, en esta ocasión, el protagonismo al mar.

La arquitectura de la Casa Batlló

La remodelación de la Casa Batlló fue un encargo del empresario Josep Batlló a Gaudí en 1903. El arquitecto modificó por completo el edificio hasta convertirlo en la máxima expresión del modernismo catalán.

Esta obra de Gaudí cuenta con numerosas anécdotas, y también curiosidades que son parte del carácter del edificio. En primer lugar, la Casa Batlló representa el Gaudí más libre. El maestro catalán ha recurrido en sus obras a la naturaleza como fuente de inspiración, pero en el desarrollo de esta joya arquitectónica, el arquitecto se siente completamente libre, sin restricciones y crea espacios únicos que sorprende por su color, su luz, sus formas geométricas imposibles y la creación de espacios marca Gaudí.

Situada en el Paseo de Gracia, la fachada de la Casa Batlló llama la atención de todo aquel que pasea por este distrito del Ensanche de Barcelona por: sus balcones, sus formas onduladas, los pequeños cristales de colores que decoran la fachada y las formas escamadas de la bóveda que recuerdan a un dragón. Pero la visita al interior es igual de embaucadora y emocionante.

El patio interior del edificio sorprende por la cerámica azul y el techo curvo. En el resto de plantas también predominan las líneas curvas del mar y la decoración industrial. Gaudí cuidó hasta el más mínimo detalle decorativo y funcional sin dejar de lado la belleza plasmada de igual manera en la escalera, que representa la cola del dragón, o en la azotea, a la que se accede desde una escalera de caracol. Para Gaudí las azoteas representan el remate de su obra y quiso finalizar la Casa Batlló simbolizando el lomo de un dragón gracias a las tejas de diferentes colores de un lado y  otro. Las chimeneas, las bolas de cristal y los juegos de cerámica ponen el punto y final al edificio del mar.

Además, Gaudí no podía separar la belleza de su obra de su practicidad, siendo el elemento principal la utilidad y comodidad de los detalles. En este caso, uno de los detalles que cabe señalar es que Gaudí creó un sistema de ventilación óptimo y eficiente en el que se regulaba el aire a través de un sistema de aberturas en las ventanas, ayudándose también de patios que conservan tanto el frío como el calor. Por lo que su visita ya sea en verano o en invierno es aconsejable, ya que tuvo en cuenta todos los detalles.

Otro detalle que reafirma que Gaudí era un pionero, el trencadís. Este constructor, empleó el reciclaje en su obra sirviéndose de objetos cotidianos rotos para realizar los maravillosos elementos decorativos. El uso de platos, tazas o cualquier material de cerámica o vidrio era elegido por sus colores y mezclado con los demás elementos, como se puede apreciar en su espectacular fachada.

La Casa Batlló se abrió al público en 2002 coincidiendo con la conmemoración internacional de Gaudí. Desde entonces permanece abierta todos los días del año en horario de 9 a 21 horas. Su reconocimiento internacional ha sido avalado por importantes premios como el Premio Europa Nostra en 2004 y el reconocimiento de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2005. Pero sin duda, el mayor reconocimiento es ser un símbolo de obligada visita para los turistas que viajan a Barcelona.

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